By Emily Hall
The Indigenous movement in Ecuador has once again turned into a strong political force. It
was successful in the past, bringing about the fall of three presidents and now indigenous
people have started protesting again and on Sunday forced the Ecuadorian government to
back track and revoke the decree which ended 40 years of oil subsidies which were
designed to keep the prices of petrol and diesel under control.

The president Lenin Moreno had announced in his austerity plan a series of measurements,
which among other things included a 20% salary reduction in fixed-term contracts and a
reduction of annual holidays by half, both in the public sector.
The removal of petrol and diesel subsidies affected the poorest sectors of the country and
saw fuel costs and transported goods rise to 120%. The indigenous community are among
the most affected, with many living below the poverty line.
These controversial measures sparked a huge wave of national protests and public unrest.
Many people took to the streets, the transport sector upfront, alongside syndicates, students
and the indigenous. Apart from protests, there was also looting and food shortages in
supermarkets. Clashes between protestors and policemen intensified to such an extent that
Moreno had to transfer the government from Quito to Guayaquil before mass indigenous
protests hit the capital.
Indigenous movements have played an important role in history. In the past, indigenous
marches, in alliance with the military and other public sectors, even managed to overthrow
Presidents. The fact that the indigenous people have been key political actors over the past
decades in Ecuador is thanks to their history of resistance. Despite the fact that many are
marginalized, they have a strong collective resistance with the power to bring together all
social discontent and turn it into mass demonstrations which have had a strong impact on
the country’s political history.
However, among looting, scaremongering and political chaos, some things haven’t changed.
Sat out in the streets amidst thousands of protestors, sellers kept on selling their products as
if it was any other day.
Patrón Recurrente
El movimiento indígena en Ecuador se ha convertido, una vez más, en una poderosa fuerza política. Ya ha sucedido antes, con la caída de tres presidentes, y ahora los indígenas han vuelto a liderar protestas que han obligado al gobierno ecuatoriano a echar marcha atrás este domingo y revocar el decreto que puso fin a 40 años de subsidios a los combustibles que se diseñaron para mantener bajos los precios de la gasolina y el diesel.
El presidente Lenín Moreno había anunciado un conjunto de medidas como parte de su plan de austeridad, lo que, entre otras cosas, incluyó una baja salarial de hasta un 20% en el sector público en contratos temporales, y una reducción de las vacaciones del sector público a la mitad.

La eliminación de los subsidios para el petróleo y el diesel golpeó a los sectores más pobres del país, que vieron subir en un 120% las tarifas de los combustibles y los bienes que se transportan. Entre los más afectados, la población indígena: muchas de los cuales viven bajo el umbral de la pobreza.
Estas medidas controvertidas habían generado una gran ola de protestas nacionales e inseguridad ciudadana. Muchas personas se lanzaron a las calles, primero liderados por el sector de transporte, junto a sindicatos, estudiantes e indígenas. Además de manifestaciones, se reportaron saqueos y escasez alimentaria en supermercados. Los choques entre manifestantes y policías se intensificaron a tal punto que Moreno llegó a mudar el gobierno de Quito a Guayaquil ante la llegada de masivas protestas indígenas que se dirigían a La Capital.
Históricamente el movimiento indígena ha tenido un papel protagónico. En el pasado, marchas de indígenas, en alianza con militares y otros sectores populares, lograron hasta derrocar presidentes. El hecho de que los indígenas han sido en las últimas décadas actores políticos clave en el Ecuador se lo debe a su historial de resistencia. Pese al hecho de que muchos viven en condiciones de marginación, tienen una fuerte resistencia colectiva y un poder de reunir todo el descontento social y traducirlo a potentes movilizaciones que ha tenido un fuerte impacto en la historia política del país.
No obstante, entre el saqueo, alarmismo y caos político, unas cosas no han cambiado. Sentados por la calle entre miles de manifestantes, los vendedores continuaron vendiendo sus productos, como si fuese cualquier otro día.
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